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SAN DIEGO, CA: A corta distancia de la garita de entrada del Chaparral en San Ysidro a mediados del mes de febrero organizaciones de Derechos Humanos notaron una presencia de personas migrantes varadas entre los muros de 30 pies, en el área conocida como Whiskey 8. Durante los meses de marzo y abril, documentaron grupos de personas migrantes más grandes.
Durante el mes de abril, las personas comentaron que estaban esperando que la Patrulla Fronteriza los procesara. Algunas personas comentaron que no tenían nada que comer, y se vieron con la necesidad de consumir hojas de los arbustos en la loma cercana al muro fronterizo. A principios del mes de mayo, se calcularon alrededor de 70 personas migrantes y solicitantes de asilo en espera en el mismo sitio. A pocos días el número de personas cambio notablemente, a los 70 se le agregaron más hasta alcanzar un numero constante de 400 personas. Fue hasta el 14 de mayo que un promedio de 400-500 personas a diario durmieron al pie del muro durante largas y frías noches.
Durante las primeras visitas por observadores de Derechos Humanos se documentó una alarmante falta de agua, comida, baño portable, pañales y formula para bebes, así como abrigos y cobijas. Los primeros testimonios el 12 de abril indicaron la precaria situación de estar entre los dos muros sin suficiente agua, poca comida y sin protección del frio. Se comunicó con el Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) para solicitar servicio de sanitario y acceso constante a agua potable. Las personas migrantes se quejaban de que la Patrulla Fronteriza solamente les daba un contenedor de 5 galones de agua al día y no era suficiente.
Un solo baño portátil se instaló a finales del mes de abril. El contenedor de agua de 5 galones de repente ya no estaba, y el tanque de agua portátil tipo “búfalo” que la Patrulla Fronteriza prometió nunca se manifestó debido a que la agencia comentó que el tanque de agua iba a atraer a más personas a esa zona.
Por la necesidad de sobrevivencia se estableció la distribución de agua para las personas migrantes. Al día siguiente nos vimos en la necesidad de brindar por lo menos algo de comida a las mujeres y niños, así como pañales y formula para bebés.
Las necesidades y emergencias en el lugar se multiplicaron a cada hora. Decidimos entonces improvisar apoyo humanitario ya que, para esos días, entre el 7-10 de mayo habíamos identificado a personas, incluyendo niños que habían pasado 3 o 4 noches bajo extremas condiciones. De igual manera que la necesidad del otro lado del muro crecía la humanidad y generosidad de la comunidad de San Diego se multiplico. Poco a poco decenas de voluntarios se presentaron al muro preguntando que podían hacer para ayudar y mostrar una mano amiga a quienes tanto lo necesitaban.
Gracias a las donaciones de personas en nuestra generosa ciudad logramos establecer estaciones de apoyo del 7 al 14 de mayo. Decidimos que ante la negativa de la Patrulla Fronteriza de hacer contacto formal con las personas migrantes y solicitantes de asilo y ver el sufrimiento constante haríamos todo en nuestro poder para extender una mano amiga y dar un poco de esperanza a tantos hermanos y hermanas en espera.
Logramos activar una estación para brindar agua continuamente, por el calor agotador de estar siempre expuestos al sol el riesgo de deshidratación de personas ocurrió en varias ocasiones. La segunda estación que establecimos fue la de la comida ya que la agencia de la Patrulla Fronteriza brindaba una botella de agua y una barra de granola al día a cada persona, en ocasiones dos veces al día. Esta situación dejaba a la mayoría realmente sin alimentos. Por esta razón establecimos la estación de comida como segunda prioridad. Desde esta estación por 6 días logramos brindar dos comidas por día a través del muro. La tercera estación que establecimos fue la de proveer carga para los celulares de personas en espera ya que en el área no hay acceso a electricidad y los celulares era la única forma de estar en contacto con sus seres queridos tanto en el lugar de origen como en EEUU.
La cuarta estación fue la médica, inicio como un gabinete de pastillas para el dolor de cabeza, toallas femeninas y en pocos días se logró el servicio de médicos y consultas en casos complicados de falta de insulina, reacciones alérgicas graves, vomito, diarrea, fiebre. Las doctoras y el doctor que acompañaron a cientos de personas al hablar con ellas y ellos, al tocarles sus manos brindaron más que un medicamento, brindaron la esperanza inquebrantable. Otra estación que se convirtió en indispensable fue la de interpretación para personas que hablaban otro idioma, por ejemplo; turco, Dari, Pashto, árabe, francés, ruso, vietnamice y otros idiomas del norte de África. Este servicio fue critico a la hora de hacer una petición que involucraba medicamento por los riesgos o restricciones de cada persona. Por último, no podemos restarle importancia a la estación de liderazgo que se logró establecer del otro lado del muro con representantes de los grupos con pulseras; rojas, verdes, amarillas y azules entregados las categorías por la propia Patrulla Fronteriza. Fue un honor trabajar con tantas y tantos a través del muro a quien nos permitimos nombrar; Sandra, María, Harry, Jorge, Diana, Abigail, Jesús y muchos más.
Sin duda el amor, la compasión y la humanidad de la comunidad de San Diego derrumbo el muro que nos separaba. La agencia de la patrulla fronteriza y el gobierno en todos los ámbitos ilustraron una vez más su inhumanidad, su dureza al cerrar los ojos y oídos ante la situación de emergencia. Pero nosotros y el pueblo digno respondió con humanidad, con entrega y sin pedir nada a cambio.