Los migrantes detenidos en el centro de detención de Costa Rica ya pueden circular libremente por ese país. Foto: Marcia Aguiluz Soto/AFSC
Cuando visité el centro de detención de inmigrantes de Costa Rica el mes pasado, conocí a migrantes de lugares tan lejanos como Afganistán, Rusia, Irán, China y otros países asiáticos. Todos habían sido expulsados a Costa Rica en vuelos de deportación desde Estados Unidos. Algunos habían sido separados de sus familias,las que seguían en Estados Unidos. La mayoría no tenía ni idea de adónde los enviaban. Todos fueron encerrados en el centro de detención CATEM contra su voluntad.
Pero hoy, me complace compartir algunas buenas noticias. El gobierno costarricense concedió un estatuto humanitario temporal a todos los detenidos en el CATEM. Las autoridades les han devuelto sus documentos y ahora les permiten circular libremente por el país.
La decisión del gobierno llegó tras una defensa colectiva por parte de organizaciones de derechos humanos. Cuando AFSC y nuestros socios -el Servicio Jesuita a Migrantes y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional-visitaron el centro de detención el mes pasadoayudamos a llamar la atención sobre la difícil situación de los migrantes. Otras organizaciones, como Refugees International, Global Strategic Litigation Council, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, también han presionado al gobierno para que defienda los derechos de los migrantes.
Las personas que antes estaban detenidas ahora pueden elegir si permanecen en CATEM voluntariamente. Los que se queden seguirán recibiendo alimentos y otras ayudas mientras determinan sus próximos pasos. Algunos ya lograron salir de Costa Rica. Entre ellos hay tres jóvenes que acaban de llegar sanos y salvos a Alemania y me enviaron un mensaje de texto para expresarme su gratitud por nuestro apoyo.
Momentos como estos nos recuerdan por qué es importante este trabajo. Se trata de un importante paso adelante. Sin embargo, aunque celebramos que estos migrantes hayan recuperado su libertad, reconocemos que aún queda mucho por hacer.
En abril, el personal y los socios de AFSC hablaron con migrantes a través de una cerca en el centro de detención CATEM.
Los retos del futuro
A pesar de estos avances, estos migrantes se enfrentan ahora a nuevos retos que hacen de su futuro algo incierto. Los permisos humanitarios concedidos por el gobierno costarricense solo son válidos durante tres meses, con posibilidad de prórroga de otros tres. El estatus temporal no permite a los migrantes trabajar, lo que les dificulta mantenerse a sí mismos y a sus familias. Además, el gobierno cobra $55 dólares por el permiso, una tasa que muchos migrantes no pueden permitirse.
El gobierno costarricense también se ha desentendido de cualquier responsabilidad de ayudar a los migrantes a solicitar asilo en otros países. La mayoría huyó de la violencia, la persecución u otros peligros en sus países de origen y no pueden regresar. Sin embargo, la mayoría no desea quedarse en Costa Rica, donde se enfrenta a un idioma, un clima y una cultura desconocidos, así como a un costo de la vida mucho más elevado que el de otros países.
Nuestro compromiso permanente
AFSC y sus socios se han comprometido a apoyar a estas personas de varias maneras. Estamos poniendo en contacto a los que permanecen en CATEM con asistencia jurídica para ayudarles a comprender sus derechos y navegar por sus opciones. A quienes no puedan pagar los 55 dólares del permiso, les ayudaremos a cubrir este costo.
También estamos preparando un informe con recomendaciones concretas para el gobierno costarricense. Pedimos un apoyo más integral a los migrantes y la cooperación con otros países para ayudarles a encontrar destinos seguros.
Nuestro trabajo va más allá de CATEM. Cada día, decenas de migrantes llegan a la frontera sur de Costa Rica. Muchos fueron deportados desde Estados Unidos a países como México o Guatemala y ahora emprenden el largo viaje hacia el sur para regresar a sus países de origen. AFSC está proporcionando alimentos, artículos de higiene y ayuda humanitaria a estas personas. También estamos documentando sus historias para entender mejor los retos a los que se enfrentan los migrantes en sus viajes.
A lo largo de este proceso, nuestra creencia cuáquera en el valor divino de cada persona guía nuestras acciones. Estas personas merecen que se reconozca su humanidad y vivir seguras con los recursos necesarios para prosperar.
Todavía recuerdo las palabras de una mujer que conocí durante nuestra primera visita al CATEM: «Estamos atrapados. No podemos regresar. Hemos perdido la esperanza. Por favor, ayúdenos».
Hoy se recuperó una pequeña esperanza. Pero no nos detendremos hasta que estas personas -y todos los migrantes- puedan encontrar una verdadera seguridad, reunirse con sus seres queridos y reconstruir sus vidas con dignidad.