En la comunidad de San Julián, Sonsonate, un grupo de mujeres camina por una ladera, llevan azadones, bandejas de plantines y sacos de abono orgánico. La comunidad al occidente de El Salvador es el hogar de la mayoría de las comunidades indígenas del país.
Durante varias horas, las mujeres trabajan la fértil tierra con herramientas y sus propias manos, utilizando las mismas técnicas que usaron sus ancestras para plantar semillas nativas y criollas. Con cuidado constante, durante los próximos meses cosecharán una gran cantidad de vegetales para alimentar a sus familias y comunidades.
Las mujeres son participantes de la Escuela Agroecológica, proyecto que fue fundado por nuestro socio local ANADES (Asociación Nuevo Amanecer de El Salvador) en 2017 y ahora cuenta con nuestro apoyo. La Escuela Agroecológica reúne a mujeres de 14 comunidades de San Julián y el municipio vecino de Cuisnahuat.
Las participantes reflexionan y analizan los sistemas opresión (capitalismo, colonialismo y patriarcado) y cómo promover autonomía económica para ellas, sus familias y comunidades. También aprenden y comparten prácticas agrícolas sostenibles que preservan sus valores ancestrales y protegen a la Madre Tierra. Esto incluye conservar semillas nativas y criollas, identificar semillas transgénicas y los daños que estas pueden causar, así como manejar plagas y enfermedades de cultivos a través de métodos e insumos orgánicos.
El trabajo que realizan estas mujeres es primordial para las comunidades del occidente de El Salvador. Durante años, han sufrido daños desproporcionados debido a que las corporaciones transnacionales han explotado la tierra y los recursos por medio de operaciones agrícolas comerciales y utilizando productos como fertilizantes y abonos químicos.
Asimismo, las corporaciones son parte de la actual crisis del agua en El Salvador, con la construcción de megaproyectos extractivistas y privatización de fuentes de agua. Por su parte, el cambio climático ha provocado graves sequías en los últimos años y la falta de agua ha obligado a muchas mujeres y sus familias a abandonar sus pueblos para sobrevivir.
Como parte de la Escuela Agroecológica, las mujeres utilizan lo que aprenden para iniciar proyectos agrícolas individuales y comunitarios. Las participantes han producido cientos de quintales de vegetales orgánicos y saludables, los cuales incluyen ejote, chile pimiento, maíz y tomate, con los que alimentan a sus familias y comunidades y parte de las cosechas se comercializan en espacios como mercados locales para generar ingresos.
Sofía de 15 años, es una de las participantes más jóvenes y nuevas del proyecto. Está emocionada de ver cómo los esfuerzos colectivos beneficiarán a su comunidad a largo plazo. Menciona, “Sueño con tener una parcela saludable, cuidar a la Madre Tierra, cuidar nuestra salud, y también involucrar a más jóvenes en la agroecología y ser un ejemplo para ellas”.
Con su apoyo, proyectos como la Escuela Agroecológica son posibles. Hoy decenas de mujeres en el occidente de El Salvador están cultivando resiliencia y soberanía alimentaria para sus familias y comunidades. También están construyendo una economía más justa que beneficia a todas las miembras de la comunidad y pone el cuidado de la Madre Tierra al centro.
¡Gracias por apoyar nuestros esfuerzos!