Marta Corto está emocionada. En solo unas semanas, ella y su familia podrán cosechar los tomates que plantaron en junio.
Marta, de 22 años, vive en la comunidad maya ixil de Nebaj, Quiché, en las tierras altas del oeste de Guatemala. Ubicado en una de las zonas más inaccesibles del país, Nebaj es parte de lo que se conoce como "Región Ixil", junto con las comunidades de Cotzal y Chajul, y alberga a unas 72.000 personas.
En esta comunidad y en toda Guatemala, los tomates son un ingrediente clave para la elaboración de tamales, guisos y otros platos tradicionales. Pero la estación húmeda que dura de mayo a octubre a menudo trae fuertes lluvias y tormentas, lo que hace que los tomates sean muy difíciles de cultivar. Esto significa que las personas de la comunidad tengan que comprar sus tomates en el mercado, lo cual es caro, especialmente en la temporada navideña.
Gracias a personas como usted, AFSC ha contribuido a la construcción de invernaderos comunitarios para ayudar a Marta y a muchas juventudes residentes de Nebaj a proteger sus cultivos. Las y los miembros de la comunidad ya están cultivando tomates, así como pimientos y otras verduras. Con lo cual, no solo proporcionarán más alimentos a sus familias, sino que pronto podrán vender sus productos para aumentar sus ingresos.
"Estoy muy emocionada porque pronto tendré la primera cosecha, sé que será de beneficio para el consumo familiar y para vender en el mercado comunitario", dice Marta.
Al igual que muchas zonas rurales de Guatemala, las comunidades ixiles han enfrentado tres grandes invasiones y violencias a lo largo de su historia. Esto incluye la llegada de los colonos españoles a principios del siglo 16, los asesinatos de siete líderes indígenas que defendieron el territorio contra la dictadura de Jorge Ubico en 1936, y en la década de 1980, las fuerzas militares del gobierno masacraron a miles de personas mayas y desplazaron a muchas más de sus territorios. En 1999, una comisión de la verdad determinó que Estados Unidos había proporcionado fondos y entrenamiento a los militares que cometieron actos de genocidio y otras violaciones de derechos humanos contra las poblaciones mayas durante el conflicto armado interno.
El trauma del genocidio sigue vigente para las y los sobrevivientes ixiles, sus hijas, hijos, nietas y nietos. Pero hoy en día, las y los miembros de la comunidad están trabajando para fortalecer sus conexiones con las tierras de las que sus familias alguna vez se vieron obligadas a huir. También se están organizando para proteger sus derechos y valores ancestrales, frente a lo que denominan como una cuarta invasión: la llegada de proyectos extractivos extranjeros que amenazan aún más a sus comunidades y su cosmovisión de vida.
AFSC brinda apoyo a juventudes que se organizan e inciden en la transformación de los sistemas de opresión en sus comunidades. Trabajamos en estrecha colaboración con la organización local Chemol Txumb'al ("Jóvenes que tejen conocimiento", en idioma maya ixil). La cual fue fundada por jóvenes ixiles en 2009 para protestar por la construcción de megaproyectos hidroeléctricos en la región. Estos megaproyectos han acabado con los recursos naturales, destruido el medio ambiente y desplazado a las comunidades, todo en beneficio de los intereses extranjeros.
En los últimos dos años, AFSC ha trabajado con Chemol Txumb'al para proporcionar talleres de educación popular a 55 jóvenes ixiles. Abordamos el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, así como sus impactos en la autonomía de las comunidades indígenas y cómo las personas pueden organizarse e incidir para proteger sus derechos humanos y construir paz con justicia.
Actualmente, contribuimos con las y los miembros de la comunidad en Nebaj a construir invernaderos comunitarios para mejorar la soberanía alimentaria. Las y los residentes también fortalecen sus conocimientos de las técnicas agroecológicas que se centran en la sostenibilidad, el respeto por la tierra y las prácticas agrícolas indígenas. El proyecto está brindando más oportunidades para las juventudes, que a menudo se ven obligadas a migrar para mantener a sus familias, de modo que puedan arraigarse a sus territorios con dignidad.
Hasta la fecha, AFSC ha ayudado a construir invernaderos para 23 familias jóvenes, beneficiando a alrededor de 100 personas.
Lo anterior incluye a miembros de la comunidad como Jacinto Ceto, de 25 años, quien nos dijo: "Me siento inspirado a continuar trabajando en la agricultura porque la oportunidad se está expandiendo más allá del maíz y frijol. Esto es algo que me gusta. Me conecta con mi cultura y eso quiero transmitirlo a mi hijo".
Las personas generosas como usted hacen posible que AFSC y nuestros socios ayuden a las comunidades en Guatemala en sus luchas por construir un futuro más justo y sostenible.
¡Gracias por su apoyo!