La salud es un derecho fundamental de todas las personas, cuando estas toman conciencia de que su salud va más allá del cuidado del cuerpo, buscan una atención más integral, incorporando lo individual y lo colectivo, y al hacerlo, construyen comunidad. Esto no es algo nuevo, ya que los pueblos originarios mayas reconocieron la importancia del bienestar del cuerpo, espíritu y mente en armonía con la Madre Naturaleza. Además, tenían una relación dialéctica con las plantas y sus propiedades curativas.
Desde 2008, la Asociación de Mujeres Emprendedoras Balanyá (AMEB) se organiza en el territorio maya kaqchikel del cantón La Unión, en el municipio de Santa Cruz Balanyá, con el objetivo de promover y fortalecer la participación de las mujeres en la economía familiar de su comunidad. En 2021, iniciaron un proyecto para brindar alternativas de salud a través de la recuperación de sus prácticas ancestrales de cultivo y uso de plantas medicinales.
Guatemala tiene uno de los índices más altos de desigualdad de género en América Latina, las mujeres mayas son violentadas por un sistema patriarcal, colonialista y capitalista que las discrimina, empobrece y excluye. Sin embargo, son estas mujeres las que resisten, impulsan nuevos liderazgos, defienden su cosmovisión y promueven prácticas ancestrales de cuidado colectivo, compartiendo la sabiduría heredada y defendiendo sus territorios. Además, alzan la voz contra un sistema opresor que históricamente ha controlado sus cuerpos, territorios y cultura.
Por su parte, el Programa Paz con Justicia Social de AFSC en Guatemala las acompaña en sus luchas por defender su autonomía, recuperando prácticas curativas ancestrales y promoviendo el cuidado individual y colectivo.
En 2021, comenzamos a trabajar con AMEB con el objetivo de crear el primer huerto comunitario de plantas medicinales con enfoques agroecológicos, este proyecto fue liderado por las mujeres junto a sus hijas e hijos. Hoy en día, en el huerto se pueden encontrar diferentes tipos de plantas de uso medicinal como albahaca, ruda, ajenjo, insulina, tomillo, hierbabuena, altamisa y manzanilla las cuales han sido utilizadas históricamente por los pueblos mayas.
Lucía, mujer maya Kaqchikel y líder que forma parte de AMEB, comenta sobre la importancia del huerto comunitario y compartió su preocupación por la salud de las familias y la falta de recursos para su atención, “fue en ese momento en el que nos preguntamos ¿Cómo le hacían nuestras abuelas para atender estas enfermedades? Y fue allí, en ese espacio de intercambio en el que retomamos los consejos de las abuelas y abuelos, a través de prácticas de cuidado de la tierra, elección de las semillas, cuidado de las plantas y recolección de la cosecha”.
Además de los beneficios del consumo de plantas medicinales para la salud, las lideresas de AMEB están fomentando nuevos hábitos de alimentación y cuidado para sus familias. Entre sus proyectos futuros se encuentran la deshidratación de plantas para hacer tés o infusiones y la construcción de un banco de medicamentos para mujeres. También están planificando el intercambio de plantas medicinales por otros productos de consumo diario, para ellas es prioritario recuperar las prácticas que sus antepasados utilizaron durante siglos para el cuidado de la vida y recuperar la fe en el uso de las plantas medicinales.
El proceso de recuperación de estas prácticas las ha motivado a soñar y desarrollar nuevos planes de organización comunitaria y de intercambio de saberes, esto está impactando sus vidas y las de sus familias y vecinos. Lucía expresa, “me dio curiosidad ver cómo fueron pegando (la planta echa raíces y se adhiere a la tierra), porque además de semillas fueron ramas y otros cogollos que se trasplantaron y en una reunión todas cortamos y llevamos manojitos (una porción proporcional de plantas que cabe en la mano) a nuestras casas, a los días, se acercaron vecinas para que les vendiéramos algunas”.
De igual manera, Azucena una participante de la organización AMEB, indica “tener nuestra primera cosecha de plantas medicinales nos ha permitido dar un giro en el consumo, preparación y conservación de estas. Además, nos ha motivado a seguir conociendo otras experiencias y prácticas de huertos comunitarios de otras organizaciones”.
Como oficial de Programas en Guatemala, acompaño este proceso y sé que, con el apoyo y esfuerzo de otras organizaciones, colectivos, donantes, la voluntad transformadora y lucha de las mujeres lideresas de AMEB, seguiremos fomentando comunidades resilientes, construyendo sistemas arraigados a la sanación, derrumbando hábitos consumistas y nocivos para la vida, para dar paso a nuevas acciones que promuevan prácticas justas, solidarias y libres de violencia.
¡Por una vida llena de salud, lucha y comunidad, recuperemos las plantas medicinales!